Hoy he ido de nuevo a visitar a mis cisnes, he vuelto a ese lugar donde siempre encuentro a mi artista.

Ese lugar que me da paz, porque respiro aire puro rodeada de arboles, encuentro el silencio dentro de la multitud, y puede contemplar desde un banco, que es solo mío y me espera serenamente cada semana, el suave discurrir de los cisnes en el estanque. Cuando observo el elegante movimiento de los cisnes me traslado en un instante a mi época de bailarina, en la que todo era fluir sin limites, expresión pura sin palabras, movimiento en armonía.

Y en ese momento único en el que se confunden el movimiento de los cisnes y mi recuerdo del ballet, es cuando se despierta en mi el fluir de las palabras, mi nueva forma de bailar, mis nuevas zapatillas de ballet. Esas palabras, que en la vorágine del día a día, a veces quedan sumergidas en un pozo profundo y oscuro, que ahoga al artista.

Crear palabras, que compongan una armónica coreografía, requiere de espacios y momentos que son solo para el artista. Son momentos íntimos en los que el artista se encuentra a solas con su yo creativo, momentos en los que se siente seguro, apreciado y capaz de todo. En esos momentos se olvida la incomprensión, el rechazo, el miedo a ser diferente, no hay miradas de reproche, ni palabras de censura. En ese espacio el artista se siente escuchado y pierde la vergüenza a expresarse desde lo más hondo de su alma.

Todos nosotros tenemos un artista dentro, todos nacimos con la necesidad de crear, porque fuimos creados. Crear es expresar lo que sientes que eres, lo que sientes que tienes y quieres ofrecer, es entablar una conversación entre tu mundo interior y el mundo que te rodea. Es un deseo de comunicar, de aportar, de trascender, de comprender, de cocrear. Crear es la expresión del yo auténtico sin límites y un acto de alumbramiento que trae una nueva vida al mundo.

Nuestro yo creativo necesita de la soledad para poder escucharse, para poder mirar hacia adentro y encontrarse, para sentir que está ahí, que late, que vibra, que resuena, que está vivo. Necesita aislarse del ruido, de las voces que dudan de él, que quieren someterle a normas, que quieren que sea como la mayoría. Necesita un momento y tiempo que es solo para él,  en el que no existe ni el pasado ni el futuro, solo el aqui y ahora.

la expresión de la belleza

la expresión de la belleza

Los momentos del artista son momentos llenos de verdad, de belleza, de vitalidad, de plenitud, de riqueza, de alegría, de totalidad y trascendencia. Son momentos de grandeza que no se pueden compartir porque perderían su magia, esa magia que se transforma en palabras, esculturas, pinturas, bailes, y cualquier otro fruto creativo, para que otros la puedan vivir. En cada acto de creación el artista transmite su pasión a otros para hacer renacer de nuevo su propia pasión.

Para algunas personas, entre las que me encuentro, crear y expresar es vivir, es respirar, es el motivo y la razón de vivir. Sin ello nos limitamos a meramente existir. Por eso necesitamos la soledad y el retiro en algunos momentos, pero también la compresión del entorno hacia esa necesidad, sin que se sientan por ello rechazados o abandonados. Buscamos la soledad para encontrarnos con nuestra artista, para escucharlo, para atenderlo, para dejarlo salir y fluir, para renacer en cada encuentro.

A veces por la presión del entorno, por la incomprensión, por el miedo a que esos momentos de soledad se conviertan en una soledad eterna, vamos poco a poco abandonando a nuestro artista interior, acallándolo, desatendiéndolo, hasta dejarlo en coma. Y aunque le hallamos proscrito al olvido, sigue ahí, y sufre, y llora, y protesta y se enrabieta, y ese artista desatendido es el autor de muchos comportamientos que no alcanzamos a ver y de los que nos somos conscientes. Porque con todo ello esta queriendo llamar nuestra atención, para que volvamos la mirada hacia él, y le demos su espacio y su momento.

Si sientes que en ti vivía un artista al que hace tiempo que ya no ves, si esto te duele, si sientes que te falta algo y no sabes qué, si sientes que llevas mucho tiempo cogiendo prestado lo que hacen otros y que has dejado de crear y expresar lo que tu eres, quizás sea la hora de echar la vista atrás y recordar en que momento abandonaste a tu artista y trazar un camino para reencontrarte con él. 

Hace tiempo que yo me di cuenta que me había olvidado de mi artista, pero él no se olvidó de mi, y me llamo y busco con tanta fuerza que no pude resistirme a volver con él. Después de tantos años separados volver a vivir juntos no esta siendo tarea fácil, pero como dicen «el amor lo puede todo», y a pesar de la distancia y el olvido nunca he dejado de querer a mi artista. Por eso, en este nuevo camino busco espacios y momentos para encontrarme y disfrutar con él, para darle libertad de crear, de divagar, de fantasear, soñar, imaginar, de vivir en el caos si hace falta. Son sus momentos, y hay que dejarle que los viva con plenitud, luego ya vendrá la calma, el orden y otras cosas.

Esa es la clave para vivir en paz y armonía con nuestro yo creativo, como dice Maslow en su libro Personalidad Creadora, a las personas creativas hay que darles libertad y tenerles paciencia.

¿Y tu, que me cuentas de tu artista?