Hace unos días publicada en mi blog un artículo sobre agilidad emocional donde te contaba que se trataba de soltar emociones, soltar pensamientos, soltar creencias, soltar relaciones, soltar para movernos con más flexibilidad y poder adaptarnos a las diferentes situaciones y retos que nos plantea nuestra existencia.

En el artículo compartía contigo  los 5 pasos que puedes comenzar a practicar para lograr la agilidad emocional en tu día a día, hoy me gustaría aportarte 12 claves para lograr la agilidad emocional en tu vida, a través de esta infografía.

 

La agilidad emocional es la capacidad de crear un espacio entre el estímulo y la respuesta, entre pensamiento y acción, entre el detonador que activa nuestra respuesta inconsciente y la elección de nuestra conducta en base a nuestra necesidad consciente y la demanda del entorno. Es crear un espacio entre el instante en que una persona cuestiona nuestra idea y la elaboración de una respuesta asertiva. Ese espacio se abre con una pregunta ¿que es lo que realmente está ocurriendo en mi y fuera de mi? ¿cómo puedo gestionarlo adecuadamente? ¿que respuesta me haría quedar satisfecho de forma duradera? Estas preguntas nos permiten ver con claridad, que es lo que realmente está pasando en la situación, y no reaccionar a ella solo como yo la estoy viviendo emocionalmente. Consciencia, autoconocimiento y empatía son la alianza perfecta para crear ese espacio donde brote la agilidad emocional.

Evitar las emociones desagradables, como la tristeza, el miedo, el enfado o el asco, pretender no tenerlas, no vivirlas o sustituirlas rápidamente nos impide descubrir su origen, su causa, qué las ocasiona. Detrás de todas ellas hay necesidades insatisfechas, valores personales no realizados y aspiraciones postergadas. Las emociones nos informan de lo que nos está pasando: la tristeza surge ante la pérdida de algo que valoramos, el enfado es una reacción a la transgresión de un límite o valor personal, el miedo es la respuesta a la amenaza sobre algo que es importante en nuestra vida, el asco la imposibilidad de tragar con una situación. Al desatendernos emocionalmente impedimos nuestro aprendizaje, nuestra capacidad de superarnos, nos volvemos frágiles. Por eso, en momentos en los que la vida nos golpea más fuerte nos venimos abajo, porque hemos perdido día a día la oportunidad de fortalecernos a través de una gestión emocional consciente y sincera. En otras ocasiones reaccionamos de manera desproporcionada a la situación o nos enfermamos.

La agilidad emocional nos permite explorar nuestras emociones y aprovechar al máximo nuestra capacidad de tomar mejores decisiones y alcanzar mayores niveles de bienestar personal y profesional.