En Emprendamos Asturias estamos viviendo momentos mágicos, estamos contemplando el despertar del talento. Todas las personas que están participando en este proyecto sienten que están ante el inicio de algo grande, porque se están descubriendo, se están conociendo, están comenzado a amar lo que son y lo que quieren dar al mundo. Se están deshaciendo de muchas creencias limitantes, de muchos miedos, de muchos tabus, de mucha maleza que les impedía ver toda la grandeza de su ser. Y cuando alquien está ante el principio de todo esto afloran las mejores versiones del ser humano, y sentimientos de ilusión, esperanza, y las ganas de mostrarlo, de ponerse en movimiento para hacerlo crecer y crecer cada día. Es el momento en el que despierta el artista que todos llevamos dentro y comienza a bailar.
Y esta magia del principio, del despertar de la esencia del ser humano, la plasma maravillosamente en palabras Covandonga Leal, una de las participantes del Programa Emprendamos Asturias, a la que hoy invito a mi casa para que muestre al mundo todo su talento como escritora.
«¿Acaso crees que es lo mismo la primera vez que el principio de algo?
La primera vez es el momento, es el acto, la inmediatez del hecho en sí, y puede ser excitante o vivificante, apasionante o provocar tal satisfacción por lo logrado que parezca ser merecedor de un estante para él sólo, y ser recordado una y otra vez a lo largo de tu vida …. “la primera vez”, como un hito evocador de aquello que fue en su día.
Sin embargo, el principio de lo que está sucediendo suele ser una maraña de emociones e ideas, pensamientos y creencias, vorágine de actuaciones, aceptación y descarte, ensayo y error, ir a lo profundo, a lo que puedes y a lo que no, esos duros instantes en lo que te dices por ahí mejor que no, no insistas. Y aunque quizás no comparta ese meritorio pabellón de “la primera vez”, hay algo en el principio de las cosas que es sutil, es casi imperceptible, pero está ahí, como un niño pequeño que se esconde detrás de la puerta y no aguanta estar escondido, que no para de mover sus piernas, y tapa su sonrisa con las manos para que no se le escape decirte: estoy aquí!!!!!! Y cuando lo ves o lo sientes ooooohhhhhhhhhhhhh…. Descubres la magia que tiene el principio de las cosas.
Te das cuenta que es magia y no truco, esa magia infantil de ilusión, de sonrisa nerviosa, de fascinación por haber sido capaz de iniciar algo en lo que creías allá atrás, cuando el corazón te late al ritmo de ese son interno y específico de cada uno, pero a la vez universal en cuanto a la emoción que sobrevuela.
Y yo sonrío en el principio de las cosas, me sorprendo empecinada por desenmarañar, por alzar mis pies un poco del suelo y volar, lo justo para poder ver la genialidad de lo que está sucediendo, no por grandioso o extraordinario, sino por la energía que te reconoce sabedor de tu propia genialidad. En este principio no paras de combinar elementos, transformas ideas en pensamientos, descubres, porque te propones indagar y es agotador, pero sigues porque estas creando, estas en el proceso, el umbral de las posibilidades, sustituyes creencias y dogmas y vuelves al origen. Propicias el momento siguiente. Esa es la magia. Es la química personal. Es alquimia.
Y quizás al final del proceso haya una primera vez. O no, y aun así sin darnos mucha cuenta, nos llamará a comenzar de nuevo la magia del principio.»
Covadonga Leal