Hace ya unos cuantos siglos que Platón dijo que la obligación de todo ciudadano era desarrollar su potencial y participar en la construcción de la ciudad, elevando dicha obligación al nivel de responsabilidad política. Quizás tras esas palabras había un ideal, que hoy día cada vez es más necesario: ser el ejemplo del cambio que queremos ver en nuestro entorno inmediato, y contribuir con ello a que otros también lo hagan. Para ello hace falta tener una visión clara de lo que queremos, creer firmemente en ello, estar dispuestos a luchar y a defenderlo por el bien que aporta a la sociedad, querer compartirlo con otros para que lo hagan más grande, y hacerlo con convicción y credibilidad. Para mi eso es carisma, porque quien habla y actúa desde esas premisas contagia, resuena, inspira.

En su origen el carisma es un don otorgado en beneficio de la comunidad. Un don no deja de ser el potencial que tenemos, con el que nacemos, que luego desarrollamos y convertimos en un talento que aporta a otros y a nosotros mismos. Con el tiempo el concepto se ha ido desvirtuando, y se asocia a tener una personalidad que atrae a otros, que hace que otros te sigan, se asocia al poder, el liderazgo, la comunicación, la presencia. En la psicología positiva, el carisma es una fortaleza que significa la capacidad de aportar nuestro conocimiento y habilidades para hacer crecer a los demás.

El sociólogo alemán Max Weber concebía el carisma como una de las tres formas de poder y autoridad, basada en cualidades personales excepcionales. Quizás la excepcionalidad tenga más que ver con la determinación de sacar a la luz toda nuestra grandeza personal, y el coraje de defenderla y ponerla al servicio del bien común, que con orígenes divinos, mágicos o de otro tipo.

Todas las personas carismáticas tienen algo en común: una fuerte convicción en un propósito personal y una voluntad de hierro para llevarlo a cabo. Lo que las diferencia, pero eso no creo que tenga que ver con el carisma, es el tipo de propósito (más o menos loable, más o menos individualista, más o menos contributivo al bien común), y la forma de llevarlo a cabo, también susceptible de valoración en función de los medios y estrategias empleados.

De la misma forma que creo que todos llevamos un líder dentro, que está deseando liderar nuestra vida, creo que todos poseemos un poder interior único, que nace de nuestro propósito vital (aquello en lo que creemos y queremos ver en el mundo), y de nuestro potencial para llevarlo a cabo. El problema es que vivimos desconectados de dicho propósito y desconociendo o temiendo desarrollar nuestro potencial. Es verdad también, que la intensidad y claridad con la que las personas sienten ambos nos diferencia, y probablemente, sea también la explicación a la carencia de carisma en el mundo.

Mi deseo para el 2019 es lograr una sociedad carismática. Una sociedad en la que las personas estén conectadas con su propósito vital y pongan todo su potencial, su energía, tiempo y compromiso a desarrollarlo. Una sociedad en la que dejemos de hablar de lo mal que están las cosas, o de lo que debería hacerse, y pasemos a liderar el cambio que queremos lograr en cada una de nuestros entornos más inmediatos. Que cada uno de nosotros seamos ejemplo viviente de aquello que queremos ver en el mundo, que lo defendamos con pasión y con coraje, que lo alentemos, que lo cuidemos, que lo comportamos, y que lo hagamos crecer. Que no nos conformemos con lo fácil, que no busquemos atajos, que no logremos nuestros objetivos a costa de otros, que no digamos una cosa y hagamos otra, que no comprometamos lo que no podemos cumplir, que no hablemos por hablar sin argumentos, fundamentos, hechos probados y demostrables, que no convirtamos el aplazamiento, el incumplimiento, y la excusa en la norma general.

Si cada uno de nosotros sacamos a la luz nuestro carisma provocaremos cambios en diferentes ámbitos, mejoraremos la vida de muchas personas, aportaremos ejemplos muy poderosos, y contribuiremos a recuperar esperanza en el ser humano y en la humanidad en su conjunto. No hablo de liderazgos de masas, no hablo de fundar movimientos mesiánicos, hablo de actuar movidos por un ideal que aporta al bien común, aunque sea a 50 personas del barrio, a un sector pequeño de mi ciudad, a una determinada parte de la población. Cada uno en su lugar, con sus recursos, con su talento, pero sin perder de vista este mantra «esto es lo que tengo y lo que yo quiero dar, este es el bien que aporto, esto es lo que quiero cambiar y mejorar en el mundo». Es la hora de que encuentres y expreses tu propia voz. Ni siquiera hace falta que enarboles tu solo la bandera, puedes aportar todo tu carisma a la causa de otros. Cuando el carisma suma logramos una sociedad carismática.

Necesitamos una revolución, necesitamos que emerja todo nuestro carisma para transformar un mundo que cada día parece galopar más rápido hacia la deshumanización y la desconexión. Estos son mis 7 principios de actuación para lograr una sociedad carismática:

1.- Inundemos la vida de momentos humanos llenos de calidez y calidad. Conversemos para crear y crecer juntos, con atención y consciencia plena, con genuinos interés por comprender el mundo del otro, por ayudarle a llegar a donde realmente quiere ir. Dediquemos tiempo, energía y atención a mirar a nuestro alrededor, a identificar donde pondremos aportar, a preguntar por lo que el otro quiere o necesita, a no intervenir cuando no somos solicitados o necesitados.

2.-Predicar con el ejemplo y no con la palabra. Sometamos a microscopio cada una de nuestras acciones y decisiones para asegurarnos que están alineadas con los compromisos asumidos, los mensajes transmitidos, y los valores que defendemos. Aprendamos a dar y pedir hechos que apoyen las palabras, no caigamos en la trampa del discurso fácil, la frase hecha. Dotemos de contenido real a nuestros mensajes, con el ejemplo de nuestra conducta.

3.-Asumamos nuestra responsabilidad personal en las situaciones y los cambios, abandonemos la queja, la condescendencia, el mirar para otro lado, la impotencia, y la esperanza fútil de que se resuelva o cambie solo. Ejerzamos cada uno de nuestros roles con conciencia, claridad y responsabilidad.

4.- Seamos guardianes responsables de nuestras palabras. Seamos conscientes de lo que décimos, como lo decimos y el efecto que provocamos, Responsabilicémonos de las consecuencias que provocamos con nuestras palabras y asumámoslo, de nuestras interpretaciones sin adjudicárselas como palabras a los otros. No hablemos en tercera persona, como si habláramos de otro. Soy yo el que habla, el que cree, el que interpreta, el que siente, el que está.

5.- Fomentemos el pensamiento crítico y la evaluación constante de nuestros actos, de las nuevas ideas, las tendencias, las modas, los slogan y frases fáciles. Pongamos consciencia en el mensaje de fondo que transmiten. No nos quedemos en lo superficial. Cuestionemos con sentido y rigor todo aquello que sea incoherente, irresponsable, malicioso, manipulador, engañoso, y que destruya el bien común.

6.-Respetemos los compromisos, de palabra, obra y omisión. Estén en un papel o no. Si decimos que vamos a hacerlo, hagámoslo, y sobre todo, pensemos bien cuando nos comprometemos si podemos o no cumplirlo. No traicionemos nunca el compromiso con nuestra causa, con nuestro propósito vital, y con la confianza dada. Recordémonos unos a otros los compromisos asumidos.

7.- Usemos como norte el bien común, tengamos amplitud de pensamiento, reflexionando sobre las consecuencias que nuestras palabras y actos pueden tener, no solo para nosotros, sino para otros. Practiquemos la empatía y la sensibilidad social como deporte. Aprendamos a vivir en comunidad y con comportamientos de ciudadanía organizativa.

Para lograr todos estos cambios necesitamos consciencia, empatía, responsabilidad, compromiso y, por supuesto, desearlo con todas nuestras fuerzas. Saquemos todo nuestra carisma a la luz para defender y luchar por las cosas que verdaderamente merecen la pena: una sociedad y convivencia mejores. La parte positiva es que hay muchas personas a nuestro alrededor que están deseando que tu grites este cambio para gritarlo contigo. Los que queremos más carisma en el mundo somos más de los que creemos. Esto es lo que descubierto en todos estos años dedicada al coaching y el mentoring.

Mi compromiso personal para 2019 y, contribución a esta causa por el carisma excelente, será adoptar en todos mis actos estos 7 principios y recordárselos a aquellos con quienes colaboro para que también los incorporen a sus vidas. Me comprometo también a ayudar a quien lo desee a introducirse en la sociedad carismática, trabajando con y sobre su propio carisma.

Si estas de acuerdo con este ideal de personas y sociedad, me encantaría que firmaras el manifiesto dejando un comentario en mi blog. Y si no lo estas, también puedes dejarlo, la libertad de pensamiento y expresión con respecto siempre es bien recibida en la sociedad carismática.

Espero seguir caminando contigo en el 2019.