Un reciente artículo publicado por la Fundación Peter Drucker vaticina que la próxima era puede ser la era de la esencia humana, y esto va a requerir el desarrollo de inteligencias que están un paso más allá de la inteligencia emocional.

Lynda Gratton pone el foco en la necesidad de desarrollar la resiliencia  para poder sobrevivir en un mundo que cada vez es más frágil. En un reciente artículo publicado en la Rotman Management Magazine, habla de desarrollar no solo la inteligencia emocional, sino también la inteligencia social y la sabiduría.

Los retos a los que las personas se enfrentan hoy en día, y los que vendrán en el futuro, requieren mucho mas que intelecto. Necesitamos de una desintoxicación intelectual y emocional que libere a nuestra mente y nuestro cuerpo de todo lo que sobra, genera ruido, contamina y perturba. Porque para esta nueva era de cambios vertiginosos, conexiones múltiples, incertidumbre y complejidad necesitamos:

– una mente limpia, nítida, más consciente y más profunda

– unas emociones más positivas y cálidas

– un cuerpo más consciente, sano, vivo y en movimiento

– un espíritu lleno de energía y equilibrio

Y sobre todo necesitamos una conexión profunda y sin fisuras entre nuestra mente, nuestra emociones, nuestro cuerpo, nuestro espíritu y las personas que nos rodean. El equilibrio personal vendrá determinado por la relación armónica que sepamos establecer con nuestro mundo interior y con el mundo exterior que nos rodea.

Inteligencia Emocional

Sin duda la inteligencia emocional nos ayudara a generar emociones positivas que nos dotaran de la energía suficiente para aumentar nuestros niveles de motivación, ilusión, pasión y resiliencia necesarias para superar el día a día, crecer como personas y contribuir a hacer que crezcan otros.

Ser conscientes de nuestros recursos emocionales y usarlos adecuadamente, nos evitará consumos y pérdidas de energía innecesarios. Y la energía será el recurso personal más valioso en este siglo, porque de su adecuada gestión e inversión dependerá nuestro rendimiento, nuestra contribución y creación de valor, nuestra salud, nuestra felicidad y nuestro equilibrio vital.

Hace ya algunos años la revista Harvard Business Review publicaba un artículo titulado «Manage your Energy, not your Time», en el que resaltaba la importancia, para las personas y para las empresas, de saber gestionar la energía, lo cual requiere alimentar y atender las cuatro dimensiones de la persona: cuerpo, emoción, mente y espíritu.

Inteligencia Social

Por ello, saber gestionar nuestras emociones ya no es suficiente, tenemos que desarrollar también nuestra Inteligencia Social, esa capacidad de actuar sabiamente en nuestras relaciones. Sólo así seremos capaces de crear y cultivar relaciones positivas que nos hagan crecer, y saber rechazar, abandonar y evitar relaciones negativas y tóxicas que contaminan nuestra mente, roban la energía de nuestro cuerpo y lo hacen enfermar.

Como señala Daniel Goleman en su libro Inteligencia Social, cuantas más relaciones de apoyo seamos capaces de establecer en nuestro entorno más fundamento seguro crearemos, y dicho fundamento nos permite generar y movilizar nuestra propia energía. Cuando disponemos de un fundamento seguro es más fácil salir de la zona de confort y adentrarnos en la zona de aprendizaje óptimo.

Inteligencia espiritual

Inteligencia espiritual

Inteligencia Corporal

Sin embargo saber gestionar emociones y relaciones necesita de algo más para adaptarnos a un entorno que cambia a velocidad de vértigo. Necesitamos un aliado que sepa captar lo que pasa al instante, darle un significado y hacérnoslo ver, oír o sentir. Ese aliado es nuestro cuerpo, un sistema inteligente que encierra una gran sabiduría, al que muchas veces no escuchamos, no atendemos y no cuidamos.

Desarrollar la Inteligencia Corporal, pasa por elevar el nivel de consciencia corporal y recuperar la memoria, especialmente emocional, que almacena nuestro cuerpo. A lo largo de cada día, el cuerpo procesa todo tipo de informaciones, que provienen de nuestro mundo interior y del exterior, y que se relacionan entre sí. Nuestro cuerpo habla, por eso hay que aprender a escucharlo y comprender qué es lo que nos  quiere decir, pues de esa forma resolveremos antes las situaciones, manejaremos mejor nuestras emociones y nuestras resistencias y sufriremos un menor gasto de energía.

Existe un vínculo muy fuerte entre tu cuerpo, tu expresión y tus emociones. Si el vínculo esta sano, trabaja en armonía y la mente no interfiere, tus decisiones estarán más conectadas a tu esencia y tu energía será mayor, pues no la has consumido con el tráfico mental ni con interferencias. Todo ello aumenta los niveles de concentración, la motivación, la iniciativa y la perseverancia.

El ejercicio físico, la buena alimentación, la meditación nos ayudan a conectar con nuestro cuerpo, generando  un diálogo y una relación positiva con él, que elevará nuestra consciencia, desarrollara nuestra intuición y aumentara nuestras reservas de energía.

Inteligencia Espiritual

La energía, que nos proporciona el equilibrio emocional, las sanas relaciones y nuestra consciencia corporal, puede perderse en un mundo intoxicado por el exceso de información y estímulos. La única manera de sobrevivir en esta jungla es ser capaces de conectar con nuestra esencia y nuestro verdadero propósito vital, y saber crear y dar sentido a todo lo que hacemos.

Desarrollar la Inteligencia Espiritual es ya una necesidad de supervivencia, porque necesitamos hacernos constantemente preguntas sobre el significado de lo que hacemos y vivimos, y sobre su conexión con nuestras metas, con nuestra misión,  con nuestra esencia y con las personas y el entorno que nos rodea.

¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Que es lo que realmente importa?

La inteligencia espiritual es la que nos permite entender el mundo, a los demás y a nosotros mismos desde una perspectiva más profunda y más completa, nos ayuda a transformar el dolor en crecimiento, y por eso nos renueva y nos hace más resilientes.

Para ello considero esencial practicar el silencio y la atención plena, volver todos nuestros sentidos hacia dentro de nosotros, aquietar la mente y escuchar a nuestro cuerpo para que canalice nuestras emociones y nos ayude a transformar el dolor en sabiduría. Para empezar a abandonarte al silencio te recomiendo el libro Biografía del Silencio de Pablo D’Ors.

Vivir plenamente desde nuestra esencia, alcanzar la sabiduría, lograr el equilibrio y estar llenos de energía, para aportar al mundo lo mejor de lo que somos, pasa por desarrollar nuestra inteligencia emocional, social, corporal y espiritual.